A veces tenemos que aprender a enfrentarnos a los dragones que habitan nuestro interior.
Y creedme, esas son las batallas que merece la pena escuchar.

18 de septiembre de 2013

otoño.

Cuando conocí a Otoño, ésta tenía la rara costumbre de revolucionar todo a su alrededor. Todavía la sigue teniendo, pero quizás los años que he pasado con ella me hayan insensibilizado. Hiciera lo que hiciese, siempre era impredecible. Sus cambios de humor, sus más y sus menos, la hacían (y la hacen) una chica difícil de tratar. 

Recuerdo haberla visto por primera vez en una fiesta de la playa. Mientras todo el mundo reía  compartía cervezas en la orilla, ella se dedicaba a rebuscar algo en la arena con la punta de sus bailarinas negras. Aquel día llevaba un vestido azul eléctrico y el pelo recogido en una trenza. Me acerqué a ella simplemente por curiosidad. Yo, por aquel entonces, tampoco es que fuese muy dada a la fiesta y me atrajo la idea de contrastar mis ideas con otra muchacha solitaria. Me senté a su lado y la observé durante varios minutos simplemente mover la arena.
<<Hay millones de granos de arena>> me dijo. <<Cuando era pequeña traté de contarlos todos>> En ese momento, apartó la vista del suelo y la alzó al cielo. <<Un día, dejé de hacerlo. Me di cuenta que era más productivo tener la cabeza alta y contar las estrellas.>> Después de eso, se levantó y se marchó. Yo la vi alejarse, con la falda y el pelo al viento, removidos por el viento marino. Aquella fue la primera vez que sentí el fuego de mil dragones en mi interior.
Ésta es la historia de cómo conocí a Otoño, Verano, Primavera e Invierno, de cómo llegaron y cómo despertaron las bestias que habitaban mi interior, y cómo cada uno de ellos me fue cambiando a su modo. Éste el relato de cómo se fueron y me dejaron con las entrañas abrasadas por el fuego de mis dragones y de cómo yo aprendí a controlarlos. 

Ésta es la leyenda de la chica iridiscente.

1 comentario:

  1. Hola! Lo primero, decirte que escribes genial. Me ha encantado esta entrada y me ha llegado mucho el relato, lo segundo, que me encanta la reflexión acerca de contar las estrellas en lugar de los granos de arena. Es muy bonito. Y , por supuesto, lo tercero, que te sigo desde ya y espero poder leerte. Un besito desde http://hoyvoyaescribirtesinningunmotivo.blogspot.com.es/

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